domingo, 15 de febrero de 2015

Nuestros arboles fortalecen las fuentes de agua

El agua es el elemento animador de la vida y su ausencia es una crisis existencial y la calidad es determinante mente para mejorar o degradar la calidad de vida de las actuales y futuras generaciones. La ONU decretó el 22 de marzo día mundial del agua. Todos somos corresponsables del agua y sus consecuencias.
Al inicio del invierno es el momento o época apropiada para realizar cultivares de árboles en las cuencas y especialmente  en los nacimientos de agua. Fundamentalmente para garantizar que los arbolitos crezcan  sin necesidad de regarlos ni fertilizarlo, aunque aparentemente en el invierno no exista escasez de agua, pero garantizado es que en cada verano tendremos escasez de agua;  sino protegemos y fortalecemos las fuentes de agua.  
El agua nace en los bosques y no en el desierto. Esta realidad que nos brinda  la naturaleza es de tomarla muy en cuenta  para conservar y enriquecer los nacimientos de agua. Los árboles son los canales naturales que tiene el agua lluvia para infiltrarse al subsuelo, la cual posteriormente enriquece  las fuentes de agua superficiales, además los árboles evitan el recalentamiento de la superficie del suelo y evitan un alto  porcentaje de evaporación, por supuesto evitan la erosión hidráulica de la capa superficial del suelo de tal forma que disminuye el azolvamiento en las cuencas de los ríos o nacimientos de agua. Por lo tanto estos árboles deben tener ciertas características para que hagan más eficiente su función, especialmente deben ser perennifolios, de raíz profunda especialmente vertical, con enorme follaje y ramificación, entre ellos tenemos: el ojushte, el chaquiro, el almendro de río, el morro,  el pacun, el volador, el palo de pan, el mango, el brasil, la llama del bosque, la jacaranda, el pito, el nance, el paterno, el guayabo, la moringa, el nim, el cerezo, el bario, el copalchio, la manzana de agua, la chaya, el mangollano, las ingas y para terrenos arcillosos y agrestes, el quebracho, la Leucaena, el tamarindo, el chaperno, el marañón, entre otras bondadosas especies  de árboles tropicales, sin olvidar el madrecacao, el carreto, el nogal, el copinol, el arrayán, el caimito y  el guachipilín
La realidad es que el agua nos viene cada invierno en cantidades industriales y en verano la necesitamos como el principal elemento vital, que es frecuente observar conflictos en diferentes zonas y lo más doloroso observar paisajes desérticos como que nunca lloviera y calores insoportables. Lo cual es en función de causa y efecto la despreocupación de cada uno de nosotros, por no ser un poquito menos cómodos y dedicarle un pequeño esfuerzo en ayudar a la naturaleza, sembrando árboles apropiados  para mejorar nuestro microclima, generar oxigeno, absorber carbono y fundamentalmente fortalecer la expectativa de tener agua en abundancia a mínimos costos. 
Únicamente es dejar salir nuestro espíritu visionario y velar por un ambiente mejor y si vivimos en la ciudad siempre tenemos parientes más allá de la frontera de la ciudad a quienes podemos motivar y ayudar a plantar árboles por su propio  bien y como un deber existencial, tanto de ellos como los de la ciudad  pues el agua que todos consumimos es la misma o sea la que se infiltra al subsuelo  en el ciclo hidrológico. Hace unos pocos años resultaba fácil beber agua en una cascada, la cual era gratis y muy pura hoy creemos que el agua pura solo existe embotellada y es muy cara y no es totalmente confiable de que realmente sea pura.
Solo basta comparar cuanto se gastaba en agua hace 100 años y lo que gastamos actualmente y lo terrible es que aun nos quejamos por el costo de la vida. Creo que la solución está en cada uno de nosotros y no en las oficinas gubernamentales o en los organismos internacionales.
Si con elevar los precios de los petroquímicos no aguantamos, que pasara con la escasez de agua?
“Edifiquemos y cuidemos nuestra casa mayor, La tierra.”
Los mantos acuíferos nacen por los bosques y no por decretos.






Ing. Mariano Villatoro

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